La consumación del fraude maestro del régimen es un hecho. Las recientes renuncias y destituciones de funcionarios a cargo de las únicas herramientas oficiales para la aplicación de justicia en el plano electoral y de la función pública, representan un atropello y la consumación de un fraude adelantado el cual ya no tendremos la oportunidad de evitar y por supuesto corregir.
Sin fiscales, sin medios de comunicación verdaderamente libres, sin transparencia en los órganos gubernamentales, con las tribunas llenas de funcionarios acusados de corrupción y mucho mas, no hay espacio para la justicia ni la democracia, evidentemente solo para la continuidad y la parálisis.
México en este 2018, le apuesta al milagro y la espontaneidad de caudillos que arrastren a las masas al inconformismo a través del repudio y las acusaciones escandalosas.
A un “gol de último minuto” de un héroe ficticio que se sacrifica y que tal vez lo haga pensando que así aporta algo a este país que se construye como todos por acciones concretas y no por “likes” o firma de peticiones en change.org.
Los integrantes del régimen mexicano lo saben tan bien que usan las desgracias y los siniestros para ayudarse a construir una imagen mediática acorde a esta circunstancia. El pueblo los compra una vez que los ven recorrer sus calles y barrios, aunque no los vuelvan a ver en su vida. Así se quedaran en casa, no tendrían mas remedio que verlos en los canales que el sistema controla. Y si ellos estuvieran en la calle, como muchos de los afectados, no podrían mas que esperar ser asistidos por el gobierno mediante sus esquemas de intercambio de votos por las ayudas que, dicho de paso, ellos mismos pagan.
No esperemos nada diferente a lo que queda sobre la mesa. Si, esperemos solo un milagro.